Psicología
Rebeldía Adolescente
¿Cuál sería tu definición de
rebeldía?
Si nos referimos a la definición del término rebeldía hablamos de un delito contra el orden público, penado
por la ley ordinaria y por la militar, consistente en el levantamiento público y en cierta hostilidad contra los poderes del Estado, con el fin de derrocarlos. El rebelde es aquel que se subleva,
el indócil, el duro. Que no se rinde a los obsequios o no cede a la razón.
Por lo tanto estamos hablando que la rebeldía se da contra un poder instituido.
¿Por qué consideras que los adolescentes son rebeldes?
Pensemos en un niño en crecimiento, que pasa por la etapa de la pubertad y luego pedagógicamente hablando
pasa a la edad considerada adolescente (entre los 15 años a los 21 años), en este proceso de crecimiento se producen muchos cambios, físicos y psicológicos, los físicos saltan a la vista, en los
varones la barba, el vello púbico, el cambio de voz, la altura, la musculatura, el tamaño de sus genitales; en las mujeres el crecimiento de los pechos, afinación de la cintura, vello púbico, la
menarca, y podríamos seguir enumerando unos cuantos cambios más en ambos sexos.
Estos cambios tienen un impacto en el área psicológica ya que es difícil reconocerse con este nuevo cuerpo y con el manejo del mismo. (típico querer tomar un vaso en una mesa y tirar lo que se
interpone frente al brazo por no tener la noción adecuada de longitud y fuerza, llevarse por delante muebles etc.), asimismo se agrega a este desconocimiento, cierta alteración que lleva a
variación en los estados de ánimo, alteración que tiene que ver con comenzar a diferenciarse de las figuras parentales significativas (madre-padre), este hacerse diferente, alejarse, produce una
ambivalencia afectiva amor- odio difícil de manejar, tanto para el adolescente como para el adulto que lo trata, ahí aparece la rebeldía ante la autoridad con la cual poco tiempo antes estaba en
acuerdo y armonía.
¿Nos podes
explicar un poco eso de la ambivalencia?
Por ejemplo imaginen un chico que juega al fútbol en las inferiores de Boca y le dan la oportunidad de
jugar en primera junto a su ídolo Martín Palermo. Lógicamente va a estar encantado ante la posibilidad de jugar junto al jugador al que admira e incluso copia; en otras palabras, junto a quien es
objeto de su identificación, porque de chiquito esta identificado con Palermo. Imagínense la cara de alegría mientras les cuenta a sus amigos que comparte la habitación de la concentración con
él. Pero también imaginen lo que sentiría este muchacho luego de dos o tres meses en los que Palermo hace goles sin cesar mientras el no se mueve del banco de suplentes. Es lógico pensar que un
sentimiento de rivalidad se hará presente tarde o temprano e incluso que, aún a pesar suyo, el jugador en cuestión se sorprenda a sí mismo deseando que Palermo sea expulsado o que sufra alguna
pequeña lesión, hechos que le permitirían entrar a jugar a él. Hay que reconocer que estos pensamientos pueden ser encolumnados dentro de lo que globalmente podríamos llamar odio, sentimiento que
tranquilamente coexistiría en este ejemplo con un profundo amor y admiración. Creo que este ejemplo explica un poco lo que decimos cuando afirmamos que el adolescente tiene una relación de
ambivalencia con sus padres y con los adultos en general.
¿Cómo se expresa
psicológicamente la rebeldía?
La rebeldía se manifiesta de diferentes maneras, desestimar el saber de los padres, el poder de comprensión
y la aceptación de los límites impuestos, el tratar de transgredir las normas.
Debe lograrse una distancia óptima entre la persona y la autoridad, si solo hay identificación no se puede alejar, se debe lograr un equilibrio entre identificación y rebeldía que le permita al
adolescente lograr su independencia sin poner en riesgo su integridad.
Una forma normal de diferenciarse es a través del lenguaje, en tanto adopta giros que no son entendidos por los adultos, a través de la vestimenta, los peinados, costumbres y modos que los
identifican con un grupo de pares.
¿Es normal la
rebeldía entonces?
La rebeldía es normal en esta etapa, es lo que permite comenzar a auto valerse y conocer los propios
límites, es muy importante entonces en esta etapa la presencia de los adultos que estén a cargo del adolescente y la forma en que den lugar a esta rebeldía para que el adolescente pueda
transgredir sin ponerse en riesgo de transformar esta rebeldía esperable, en patológica, a que me refiero cuando digo patológica a desafiar la autoridad creyéndose omnipotentes (si bien esta
sensación es típica del adolescente cuando es extrema se convierte en nociva, porque se pierde el sentido de auto conservación), por ejemplo con un consumo abusivo de alcohol, consumo de
estupefacientes, mentiras permanentes, encubrimientos, hurto, robo.
La posibilidad de diferenciarse, de la autoridad de una manera esperable es responsabilidad del adulto sostenedor de esta etapa, más allá de ser catalogados como represores, aburridos, controladores, es indiscutible que deben saber con quien están, donde se quedan a dormir, que consumen, para de esta manera no dejarlos abandonados a los impulsos que se les imponen y que en muchos casos no saben ni pueden manejar, limitar es acompañar y ayudar a crecer, correrse de este compromiso y no dar pautas claras de convivencia es propiciar una adolescencia conflictuada. Es importante también que el adulto tenga la capacidad de aceptar que hay cosas que no entiende, y que las nuevas generaciones hacen mejor que él. Muchas veces la rebeldía patológica no es otra cosa que una respuesta a actitudes necias de los adultos, que se niegan a aceptar que el adolescente es una persona con criterios propios y que no tiene por que responder al patrón de los adultos. Esta confusión entre respeto y obediencia ciega muchas veces es la causante de una respuesta agresiva hacia sí o hacia otros por parte del adolescente como último recurso para hacerse escuchar y respetar también en su diferencia.
Entrevista realizada a la Licenciada
en Psicología Andrea E. Millán - M.N.
15.070
Violencia Familiar
Abuso Infantil
• ¿Qué es Abuso infantil?
Son aquellas acciones violentas u omisiones de cuidados en niños y/o adolescentes, ya sea en el ámbito familiar (abuso intrafamiliar) o fuera
de él, que no les permite su desarrollo psicofísico, emocional y social. Estas acciones u omisiones parten de los responsables de su cuidado (familia, sociedad, estado). Veremos, entonces que los
abusos pueden ser físico, emocional, sexual, negligencia (hasta su máxima expresión el abandono), trabajo infantil, etc. Debemos tener en cuenta que un niño sometido a abuso presentará
concomitantemente varios tipos de maltrato (emocional, falta de cuidados, físico).
• ¿Hace mucho que se conoce esta
problemática?
El maltrato a niños es conocido desde la antigüedad, obteniéndose datos a partir de los primeros registros gráficos de la humanidad (pinturas rupestres, inscripciones en monumentos indígenas, la
Biblia, Antiguo Testamento, etc.). El sacrificio ritual de niños y el infanticidio fueron aceptados hasta cerca del año 500 DC, considerándose natural en niños malformados y discapacitados. Otros
ejemplos son la mutilación de órganos sexuales, el castigo físico para disciplinar y, más recientemente, el exterminio de niños callejeros en Brasil por considerarlos molestia pública.
Culturalmente, la violencia también se transmitió a través de frases populares como “a golpes se hacen los hombres”, “la letra con sangre entra”, “un buen chirlo a tiempo…”.
Cada civilización le imprimió a los hechos de violencia un sentido propio según sus culturas prevalentes, llevando a veces a condenarlos y otras a legitimizarlos.
En el siglo XIX, con la segunda etapa de la Revolución Industrial, aparecieron nuevas formas de maltrato, que generaron lentamente una concientización y respuesta de las diversas sociedades en el
mundo hasta llegar a nuestra época, cuando se trata de dar una respuesta a esta problemática desde el ámbito sanitario, legal, social y del Estado.
• ¿Qué es el abuso físico?
Cualquier acción no accidental por parte de los padres o cuidadores que provoque daño físico o enfermedad en el niño o lo coloque en grave riesgo de padecerlo. El daño físico va desde lesiones en
piel por golpes (hematomas) quemaduras, mordeduras, fracturas óseas, lesiones toraco-abdominales (rotura de vísceras, hemorragias abdominales y/o pulmonares, etc.), traumatismo de cráneo,
hemorragias intracraneales, hasta la muerte.
• ¿Qué es el abuso emocional?
Es la falta de apoyo psicológico al niño u hostilidad verbal crónica en forma de insulto, burla, desprecio, crítica, amenaza de abandono y constante bloqueo de las iniciativas de interacción
infantiles, desde la evitación hasta el encierro, por parte de cualquier adulto del grupo familiar.
• ¿Es raro el abuso emocional?
No, de hecho es el más frecuente y probablemente es el componente de la mayoría de los abusos.
Glaser, en 1993 propone 5 formas diferentes de desarrollar esta modalidad:
1.- No disponibilidad emocional, falta de respuesta, y negligencia. El adulto no está temporal o permanentemente atento a las necesidades psicológicas del niño
2.- Atribuciones negativas y erróneas al niño. Hostilidad, denigración y rechazo hacia un niño que es percibido como mereciéndolo. Muchos de estos niños crecen creyéndolas y actúan las
atribuciones negativas que se les han adjudicado.
3.- Interacciones inconsistentes o inapropiadas con el niño, desde el punto de vista de su desarrollo.
Expectativas respecto del niño que están más allá de sus propias capacidades evolutivas. Incluye la sobreprotección y limitación de la exploración y el aprendizaje y los niños testigos de
violencia
4.- Fracaso en el reconocimiento o la toma de conciencia de la individualidad del niño y las fronteras psicológicas;
• Usar al niño para el logro de las necesidades psicológicas de los padres.
• Falta de habilidad para distinguir entre la realidad del niño y las creencias y los deseos de los adultos.
5.- Falla en la promoción de la adaptación social del niño. Promueve la desadaptación (incluyendo la corrupción). Negligencia psicológica (fracaso en la provisión de una estimulación cognitiva
adecuada, y/ las oportunidades para un aprendizaje experimental). Desde lo cotidiano: “no hacés una bien”, “cuando vas a aprender”, “no servís para nada”, “no se te puede dar nada”, “sos un
inútil”, “si querés hacelo, pero no vas a poder”. Estas frases son un ejemplo de este tipo de situación abusiva.
• ¿Qué es el abuso sexual?
Son acciones que incluyen a niños y/o adolescentes en actividades sexuales que no corresponden a su etapa evolutiva (desarrollo psicosexual), las que no pueden comprender plenamente ni dar su
consentimiento debido a ser emocionalmente inmaduros y dependientes por definición.
Se debe comprender al abuso sexual como todo acto de poder que coloque al niño en calidad de objeto sexual por medio de toda forma de manoseo, toqueteo de genitales y/o zonal anal, presenciar
actividad sexual de adultos, exponerlos a material pornográfico, exhibicionismo, masturbación, etc., y no sólo la penetración oral, anal o vaginal, sobrepasando el tono erógeno tolerable para él.
La condición para el abuso es que haya sometimiento de un sujeto a otro. Una variable importante es la diferencia significativa en el tamaño, condición o desarrollo entre el agresor y la
victima.
• ¿Qué podemos decir de la negligencia?
Configura la falta de atención. Es el descuido, omisión o falta de aplicación o diligencia, que provoca daño físico, psíquico y/o social del menor, no permitiendo su óptimo crecimiento y
desarrollo. Esta carencia de necesidades básicas debe estar correlacionada con las posibilidades socio-económicas de la familia. En el punto más extremo se encuentran los niños en estado de
abandono, entendiéndose por abandono al incumplimiento de las responsabilidades parentales.
La negligencia se expresa:
• A nivel físico, como la omisión de cuidados que llevan al daño físico (conforma el 50% de los abusos registrados anualmente en los
E.E.U.U.)
• A nivel emocional no brindar el apoyo emocional que requiere el niño (afectivo, protección, supervisión, etc).
• A nivel educativo no proporcionar estimulación adecuada o no escolarizar al niño (familia, estado, sociedad).
Una de las formas más comunes de negligencia es en el aspecto médico: no realizar los controles médicos, ni las consultas para la preservación de la salud y el bienestar del niño.
• ¿Existe otras formas de abusos?
Si, recordando que el abuso es una situación de poder en una relación asimétrica, y que no solo proviene de la familia sino también de las instituciones, la sociedad y el estado, podemos ver
otras formas de maltrato intra y/o extrafamiliar.
Síndrome de Munchausen por
poderes.
En 1977 el Dr. Roy Meadow (pediatra británico), le dio este nombre al trastorno facticio por el cual la enfermedad del niño es sugerida, inducida o fabricada por la persona más próxima a él (en
general la madre).
Shaken Baby
(El síndrome del bebé sacudido)
Son lactantes que, en un intento por callarlos, son tomados por el adulto con ambas manos afirmadas en el tórax y sacudidos con energía, en sentido ántero-posterior. Así, la cabeza se desplaza
bruscamente, de adelante hacia atrás, por falta de madurez en los músculos del cuello y el peso de la extremidad cefálica. Por otro lado, el cerebro no se ha desarrollado completamente y queda
con mucho espacio circundante en el interior de la cavidad craneana. Hay, consecuentemente, ruptura de vasos por desplazamiento de masa encefálica, dando lugar a hemorragias intracerebrales,
alteraciones permanentes en la visión, por hemorragias o desprendimientos en la retina. Al presionar la parrilla costal con las manos, puede haber fracturas. Tiene una alta tasa de mortalidad,
(aprox. un 20%).
Maltrato prenatal
Conducta voluntaria de la embarazada, por acción u omisión, que influye negativamente en el embarazo y el feto. Por lo general, consumo de alcohol, tabaco o drogas, sabiendo el daño que puede
causar (alcoholismo fetal, prematurez, bajo peso, síndrome de abstinencia, malformaciones, trastornos neurológicos, etc).
Corrupción
Conductas que impiden la normal integración del niño y refuerzan pautas de conducta antisocial o desviadas (especialmente en las áreas de la agresividad/ violencia, sexualidad, drogas, alcohol
y/o delincuencia).
Violencia social
• La exposición crónica de los niños a las guerras y su participación activa en conflictos bélicos (Irán, Bosnia, Líbano, Nicaragua,
etc.).
• Explotación laboral: UNICEF calcula que en Argentina hay alrededor de 252.000 menores de 15 años que trabajan (el 70% en áreas
rurales). La mayoría son trabajos insalubres, con 10 horas promedio de jornada laboral y a veces sin los elementos de protección para la tarea que realizan. Estos niños se ven privados de vida
familiar, escolaridad y actividades recreativas, y se encuentran expuestos a daños físicos (enfermedades laborales).
• Los niños de la calle: UNICEF distingue dos grupos:
a) Niños en la calle: pasan la mayor parte del tiempo en la calle pero tienen algún soporte familiar y a la noche, en general, vuelven a casa.
b) Niños de la calle: pasan día y noche en la calle, no tienen soporte familiar.
Secuestro y sustitución de
identidad.
En Argentina la última dictadura generó la desaparición de muchos niños, algunos secuestrados, otros nacidos en cautiverio y entregados a personas que torturaron y mataron. Hechos similares
vivieron otros países como Chile, Perú, El Salvador, Australia, México, etc.
Maltrato institucional
Como maltrato institucional entendemos a toda legislación, procedimiento, actuación u omisión procedente de los poderes públicos o de la actuación individual de algún profesional que genere algún
tipo de abuso o que viole los derechos básicos del niño o de la infancia.
• ¿Cuándo sospechar abuso?
En maltrato físico:
Cuando las lesiones no se corresponden con el desarrollo psicomadurativo del niño (hematomas en menores de 9 meses). Ante la falta de correlación entre producción de la lesión y la fuerza
necesaria para ocasionarla (fractura de fémur en niño que no deambula).
Combinación de lesiones en diferentes estadios evolutivos.
Tardanza en la consulta médica.
Frente a una versión contradictoria entre el relato de los padres y/o cuidadores y las lesiones del niño.
Reacción inadecuada de los padres, sea por desinterés como por excesiva preocupación.
Cambio en la conducta habitual y en el rendimiento escolar. Conducta hipervigilante del niño.
Modificación del relato en sucesivas oportunidades y frente a distintos profesionales.
Historia de traumatismos y/o accidentes frecuentes.
Temor/rechazo a uno o ambos padres.
A veces se detecta historia de abuso en alguno de los padres.
En niños, debemos estar atentos a cambios bruscos en el rendimiento cognitivo, juegos (consensuado o coercitivo) y dibujos.
En los casos de negligencia:
Ante el retraso en el crecimiento o en las pautas madurativas que mejora rápidamente en otro entorno (por ejemplo la internación).
Falta de controles clínicos incluyendo vacunas.
Falta o escaso vínculo madre-hijo. Falla en los vínculos familiares.
En las situaciones de abuso sexual:
Cuando la curiosidad sexual es inusual para la etapa madurativa.
Masturbación excesiva, inadecuada a su edad y que puede generar lesiones.
Alteraciones del sueño.
Fobias y miedos.
Enuresis, encopresis secundarias (aparición luego de haber adquirido el control de esfínteres).
Dolor abdominal recurrente.
Si estas situaciones se prolongan en el tiempo aparecerán en la adolescencia síntomas importantes como:
Depresión.
Intento de fuga y/o suicidio.
Adicciones.
Prostitución.
Conductas sexuales de riesgo.
Trastornos de la personalidad.
Conductas autoagresivas
Trastornos alimentarios.
• ¿Se puede hacer prevención?
Si, a tres niveles.
Prevención primaria: son acciones a realizar antes que ocurran los hechos. Acentuar, en las consultas obstétricas la participación de la pareja, la valoración del niño y el rol de los padres en
la crianza.
Prevenir los embarazos no deseados con educación en las escuelas.
Crear espacios para padres que valoren la estima a la infancia, la mujer y la paternidad.
En consultas profesionales adelantar sobre las características del niño en cada etapa (cólico del lactante, sueño nocturno, berrinches, etc.)
Capacitación del sistema de salud y del cuerpo docente en la detección de las situaciones de riesgo.
Mejorar los índices de deserción escolar.
Medidas de fondo contra el desempleo, la precarización laboral, el trabajo infantil, etc.
Prevención secundaria: son acciones tendientes a, una vez ocurrido el hecho, resolverlo.
Consulta con equipos especializados (médico, psicólogos, psiquiatras, trabajadores sociales, etc.)
Generar redes sociales.
Recursos genuinos del Estado.
Prevención terciaria: son acciones dirigidas a trabajar sobre las secuelas del abuso.
Psicoterapias
Controles clínicos y de las especialidades que requiera.
• ¿Adonde podemos recurrir?
En Ciudad Autónoma:
• Línea 102; 24 hs. los 365 días del año. Consultas sobre violencia o vulneración de derechos de niños, niñas o adolescentes.
• Línea 137; 24 hs. los 365 días del año, cuenta con la Brigada Móvil de Atención a Víctimas de Violencia Familiar para actuar en el momento de la urgencia y con un equipo para el seguimiento del
caso
• Oficina de Violencia Doméstica; sita en Lavalle 1250 PB.
• Guardias de Salud Mental de los Hospitales Generales del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.
• Servicio y/o Comités de Violencia Familiar de los Hospitales Generales del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.
En Provincia de Buenos Aires:
• Comisarías de La Mujer de cada Jurisdicción
• Servicio Local de Promoción y Protección de Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes de cada Municipio.
Hemos intentado realizar un pequeño bosquejo de un tema que nos involucra a todos: a las instituciones, la sociedad y el Estado.
Autor: Dr. Luis Alberto
Stabilito - M.N. 69.336
Médico Pediatra de la Unidad de Violencia Familiar
del Hospital de Niños Pedro de Elizalde